Autor: Pedro Hepp | Especialista en tecnología educativa y docente del diplomado Tecnologías para la innovación ante nuevos desafíos educativos.
El movimiento maker, o en español movimiento “hacedores”, es un fenómeno que surge a partir de tres factores; en primer lugar, por el bajo costo de tecnologías, como impresoras 3D, cortadoras láser, microprocesadores, sensores, entre otras; en segundo lugar, el atractivo de aprender programación física, conectando el mundo digital con el mundo real por parte de niños, niñas y jóvenes sin mucha experiencia previa, utilizando lenguajes y tecnologías sencillas y amigables tanto para docentes y estudiantes; y en tercer lugar, el enfoque creciente interés por el “aprender haciendo”, basado en propuestas construccionistas y vinculado al aprendizaje basado en proyectos.
¿Pero cómo se traslada esto al ámbito educativo?¿Qué ventaja entrega este escenario de formación de docentes y también de estudiantes? El componente maker fomentan estrategias de enseñanza centradas en la participación activa de estudiantes y abre un espacio para el trabajo curricular en áreas de STEAM (Ciencias, Tecnología, Ingeniería, Arte y Matemática, por sus siglas en inglés), donde los contenidos se pueden problematizar y transformar en desafíos pensados en el desarrollo de habilidades como la creatividad, la colaboración, la comunicación, en torno a proyectos que son significativos para las y los estudiantes.
En esta línea, la metodología maker se centra en el aprender haciendo, desarrollando el pensamiento crítico y resolutivo a través de problemas y desafíos que sean atractivos para niños, niñas y jóvenes. Lo anterior, es un aspecto central de este movimiento al contribuir a que los estudiantes sean capaces de hacer cosas que consideraban lejanas a sus posibilidades. Esta es una actitud de especial relevancia para las niñas de educación secundaria, pues usualmente tienden a migrar hacia otras áreas del conocimiento fuera de las ciencias y las matemáticas.
En Ciencias para la Ciudadanía, la cercanía con el currículum es evidente, sin embargo, es necesario profundizar más y madurar la metodología de trabajo interdisciplinario, específicamente, el Aprendizaje Basado en Proyectos, donde los contenidos normalmente requieren de saberes de más de una asignatura, y a su vez, construir formas de evaluación formativas y consecuentes con este línea, ya que, por ejemplo, para los makers, el error se concibe como una oportunidad de aprendizaje.
No obstante, como metodología de trabajo, los conceptos maker, se puede aplicar a asignaturas de biología y botánica, para conocer y trabajar conceptos del cuerpo humano, los seres vivos, el medio ambiente, huertos escolares, entre muchos otros; en física y química, para aprender sobre electricidad, contaminación, temperatura, sonido, luz o energías renovables; en matemática, en materias como geometría y aritmética; e incluso música y arte, sobre todo para temáticas vinculadas a sonidos y movimientos con colores y formas.
En nuestra experiencia en el Centro Costadigital y Valparaíso Makerspace PUCV, las propuestas maker tienen mucho sentido en la educación, por lo cual nuestro nuevo diplomado semipresencial “Tecnologías para la innovación ante nuevos desafíos educativos”, entrega las herramientas para que docentes puedan incorporar tales propuestas en un diseño de clase que sea en favor de los aprendizajes significativos.