Poca orientación y medidas descontextualizadas son las principales conclusiones de docentes y equipos directivos sobre el proceso de virtualización de la educación.
La decisión de las autoridades de suspender las clases presenciales como medida para mitigar la propagación del Coronavirus (COVID-19), ha obligado a miles de docentes y equipos directivos a elaborar diferentes estrategias de aprendizaje virtual para no interrumpir el proceso educativo de millones de estudiantes, que permanecerán en sus casas durante el período lectivo por al menos dos meses.
La medida sobre la virtualización de las clases, cuestionada por la comunidad educativa, puso en discusión su pertinencia en casos de colegios y escuelas que atienden a estudiantes vulnerables donde el equipamiento y accesibilidad tecnológica es escasa, además del cuestionamiento sobre cómo enseñar y aprender ciertos objetivos curriculares donde el énfasis está en el desarrollo de habilidades y competencias, y no contenido específico.
Los días posteriores al 15 de marzo fueron claves, ya que rápidamente se fueron estableciendo diferentes desafíos en torno a la gestión del aprendizaje: “Una escuela de bajos recursos en dos días se tuvo que convertir en una escuela online”, así explica Hugo Rodríguez, parte del equipo de UTP y encargado TIC de una escuela particular subvenciona de Valparaíso.
“Durante la primera semana, nos centramos en dos acciones, la primera, decirles a los profesores que pensaran en clases en modalidad online y enviar material concreto, mientras nosotros desarrollamos una encuesta sobre equipos y conectividad para ver conocer cuál es la realidad concreta a la que nos acercábamos”, explica Rodríguez.
La encuesta arrojó que 30.2% de niños y niñas no tiene computador con conexión a internet ni impresora, tampoco celular disponible para hacer tareas ni familiar cercano que facilite conexión y equipamiento para ese objetivo. “Muchos de los que pusieron que tienen celular con Internet, ocupan bolsas para conectarse, por lo cual disponen de tiempo limitado para hacer las tareas”, comenta el profesor.
Este escenario no es particular de esta escuela porteña, existen cientos de estudiantes que, en contexto de virtualización de clases, no sortean la primera barrera relativa a equipamiento y conectividad. La medida de respaldo propuesta por el Ministerio de Educación fue el anuncio de distribuir material impreso, dirigido a estudiantes de primero básico hasta cuarto medio, con el fin de alcanzar cerca de 360 mil alumnos.
Si bien esto proponía una solución para tal panorama, “significó también que hubiese gente en las escuelas organizando y distribuyendo, incluso imprimiendo este material, obviando claramente las medidas de seguridad para evitar el contagio”, cuenta el docente.
No obstante, no todos los establecimientos lidian con las mismas situaciones, “el colegio rápidamente tomó las riendas de la situación y, primero, aunó criterios para la comunicación con estudiantes y apoderados, desde los correo hasta las presentaciones que enviaríamos; luego estableció que Google Meet sería el canal para coordinación entre los equipos, además de establecer con horarios de consulta”, cuenta Leyla Arévalo, profesora de Historia y Geografía de 8°básico, quien se desempeña en un colegio particular subvencionado de la provincia de Marga Marga, con más de 2500 alumnos.
Plataformas y recursos
Durante estas semanas, diversas plataformas se han utilizado para realizar clases virtuales, subir material y realizar reuniones de equipos profesionales para coordinar el teletrabajo: Google Meets, Google Drive, Skype, Blackboard, Whatsapp y, la más popular, Zoom, incluso después de sus recientes cuestionamientos sobre la seguridad informática de sus usuarios, según lo informó la Subsecretaría de Defensa.
Muchas de estas herramientas desconocidas para muchos, se han tenido que incorporar dentro de la lógica de trabajo y enseñanza en muy poco tiempo, complejizando la labor docente y el proceso de aprendizaje de los estudiantes. “Parte de este problema se explica por una lado en la falta de competencias en los docentres para hacer un uso pedagógica de las herramientas tecnológicas, dado que en las capacitaciones se ha puesto más foco en la herrmienta que en la metodología para usar pedagógicamente esa herramienta, y por otro lado, en las creencias que tiene el profesorado respecto del aporte de las TIC en los procesos de enseñanza y aprendizaje”, dice Jaime Rodríguez, director de proyectos de Costadigital PUCV y especialista en educación multimedial.
“No me sentía preparada para grabar clases. Para mí la presencia de los estudiantes es crucial, las risas, las preguntas, el retorno, es muy importante para pensar el desarrollo de una clase. Me siento mucho más cómoda haciendo una clase en un aula virtual, donde sé que ellos están presentes, que dando una clase unilateral por video”, cuenta la profesora Arévalo.
Para revertir esta situación se necesita un cambio en la forma de incorporar las tecnologìas en el quehacer de la escuela, convirtiéndola en una herramienta y recurso más dentro del trabajo escolar, para atender nuevas formas de aprender, desarrollar nuevas formas de pensar y promover un cambio en los roles dentro del aula. “Esta pandemia nos va a servir para que como profesores y profesoras nos atrevámonos a innovar en la sala de clases”, recalca Arévalo.
Apoderados y el entorno familiar
“El material no vuelve”. Esa es la principal frase que mencionan docentes que han logrado virtualizar sus clases. Si bien la participación activa de la familia o apoderados siempre ha sido crucial para que cualquier proceso de aprendizaje sea exitoso, hoy los apoderados deben asumir más responsabilidades en torno a la educación de sus pupilos, ya que no sólo deben guiar y vigilar el estudio, sino que, a su vez, deben establecer horas de trabajo concreta y, en el caso de los más pequeños, leer y realizar con ellos las actividades, incluso, jugar como parte del aprendizaje. “En muchos casos, las guías de contenidos van dirigidos a los apoderados, donde tiene que leer las actividades y organizar el material de trabajo. Debemos delegar ciertas responsabilidades que el profesor hace en lo presencial a los apoderados”, cuenta Hugo Rodríguez.
Otro desafío que trae consigo este nuevo escenario, son los estudiantes que presentan capacidades diferentes. Loreto Olguín, educadora diferencial, quien se desempeña en un centro educacional especializado en autismo y alteraciones graves en la capacidad de relación y comunicación, nos comenta sobre los efectos de virtualización por periodos prologados en niños y niñas con necesidades especiales. “Si la exigencia era alta en condiciones normales, en contexto de pandemia es peor, porque son los padres quienes deben enseñar y reforzar. En este sentido, sentimos muy descontextualizadas las exigencias del Ministerio”, comenta la educadora.
“Nosotros trabajamos muchos las habilidades de adaptación a principio de año, donde los niños y niñas deben separarse sin problemas de sus adultos, debemos crear lazos de confianza en entre ellos y nosotras y, además, deben conocer y adaptarse a las rutinas del colegio”, recalca la especialista.
La situación provocada por la pandemia ha demostrado la extraordinaria utilidad de internet en todos los ámbitos, en este caso particular, ha servido para darle continuidad al proceso educativo. De manera, aceleradamente las comunidades educativas han dado inicio a una nueva forma de aprender que, en el corto plazo, hay que seguir mejorando y sobre la cual se podrá construir en el futuro.
“La enseñanza presencial nunca desaparecerá porque su capacidad de conexión es mucho mayor que la que podemos generar vía Internet , pero estamos presenciando el despliegue de todo el potencial de la enseñanza virtual y la exigencia de una digitalización más seria, permanente y significativa para el sistema educativo”, zanja Jaime Rodríguez.